Uno de los principales terrores de todo escritor en sus más oscuras noches de rayos y truenos es saber qué demonios va a pasar con todos los ejemplares que no va a vender. Últimamente se le llama síndrome del impostor. Al hilo de esta cuestión, estos días ha llegado a mis manos un ejemplar de ‘La vida salvaje’ (Desván de Hanta), una compilación de reflexiones de H.D. Thoreau, el gran defensor de la vida en libertad.
El individualismo asceta de Henry David Thoreau (Concord, Massachussetts, 1817-1862) inspirará a Nietzsche, su antiesclavismo a Lincoln y sus reflexiones trascendentales a Freud y a Lafargue. También pionero en ecologismo, del pacifismo de Thoreau beberán ni más ni menos que Gandhi y Luther King, y sus posiciones libertarias y sobre la desobediencia civil inspirarán al anarquismo. Lo recuerdo para hablar del fracaso.
A nadie escapa que la Historia está llena de personalidades ilustres que fracasaron una o varias veces, o incluso durante su vida entera, como Van Gogh, que en vida no vendió más que tres cuadros. ‘La vida salvaje‘ muestra al Thoreau que se enfrentaba a su propio fracaso y eso es muy interesante -y necesario- en una época en la que el fracaso es casi tabú porque no queda bien en Instagram ni en LinkedIn. Alguien me dijo una vez que en la vida realmente triunfamos una o dos veces como mucho. No más.
La página 187 arranca así:
«Desde hace un año o dos, el editor que publica —término demasiado feo— mis obras, me escribe de tiempo en tiempo para preguntarme qué debe hacer con los ejemplares no vendidos de mis libros —’Una semana en New Concord y el Merrimack’—, y ha terminado por convencerme que necesitaba el espacio que en el sótano le ocupaban mis libros. Me los he hecho enviar y hoy han llegado en un camión repleto 706 ejemplares de una edición de 1.000 ejemplares que hice imprimir con mi peculio hace cuatro años, y que aún no he terminado de pagar.

La mercancía me ha sido, pues, devuelta, y heme aquí pensando en el destino que daré a mi adquisición. Estos libros tienen mucho más peso que gloria: lo sabe bien mi espalda que los ha trasportado dos pisos en un sitio semejante al que acaban de abandonar. De 290 y algunos ejemplares, 75 han sido regalados y el resto vendido. (…)
Mis libros están apilados en un rincón de mi habitación, casi a la altura de mi cabeza: toda mi obra. (…) Y no obstante, a despecho de este resultado, sentado al lado de la masa inerte de mis libros, tomo esta noche otra vez mi lapicero para anotar mis pensamientos o mis acciones con tanta satisfacción como nunca».
Thoreau escribió estos párrafos en sus famosos y extensísimos ‘Diarios‘, en algún momento entre 1837 y 1861. Al año siguiente, el 6 de mayo de 1862, moriría de tuberculosis.
Una de sus obras de referencia, Walden, constituye hoy día uno de los textos de no ficción más famosos escritos por un estadounidense en la Historia. Es un libro de culto consagrado, sobre todo, porque los temas de Thoreau son de absoluta actualidad: la reconexión con la naturaleza y «la preocupación de aquel que no quiera ser devorado por las prisas y el exceso», como escribe Núria Escur en La Vanguardia.
Hoy Thoreau no para de reimprimirse y en eBay se venden las primeras ediciones de aquel ‘Una semana en New Concord y el Merrimack‘ que nadie quería por más de 6.000 euros. No es de extrañar que esto esté ocurriendo, viniendo de quien escribió que «muchos hombres salen a pescar toda su vida sin saber que no son los peces lo que buscan».